La realización de las sesiones mediúmnicas en los centros o grupos espíritas es una necesidad doctrinaria. Las sesiones no son hechas con la finalidad pura y simple de “oír espíritus”, como piensan las personas poco informadas sobre la doctrina. Mucho más amplia es la finalidad de las sesiones, que se destinan al socorro espiritual de criaturas necesitadas, tanto encarnadas como desencarnadas. ¿Por qué realizan las diferentes religiones sus ceremonias y sus sacramentos? El Espiritismo no tiene ceremonias, ni fórmulas sacramentales, pero posee también, su manera de relacionarse con lo invisible. Esa manera se apoya en la mediúmnidad: es la sesión mediúmnica.
Hay personas, aún entre los espíritas, que censuran las sesiones mediúmnicas de incorporación, realizadas semanalmente en los centros. Creen que las comunicaciones son pocas, y las mistificaciones son muchas en esos trabajos. Otras entienden que, en general, en los medios incultos, en los centros y grupos de criaturas simples, no hay comunicaciones de espíritus, sino simples manifestaciones de histerismo y otras formas de morbidez psíquica o nerviosa. La experiencia nos muestra, sin embargo, que aún en los medios más incultos, donde impera la credulidad ingenua, se verifican hechos notables de identificación espirítica y de socorro eficiente a los necesitados.
Las imperfecciones en el trabajo mediúmnico no son privilegio de los medios incultos. Hay grupos de personas ilustradas que se entregan a formas inadecuadas de trabajos prácticos, por falta de conocimiento de las obras básicas del Espiritismo. Dirigentes vanidosos, que confían más en sus propias ideas, o en la orientación de guías que les hinchan la vanidad a través de constantes elogios, cometen más disparates que dirigentes ingenuos y analfabetos. Tanto en los grupos incultos, como en los de personas ilustradas, lo que vale es la intención, apoyada en un verdadero sentimiento de humildad. Los vanidosos incultos o ilustrados perjudican los trabajos mediúmnicos.
Mediúmnidad es sensibilidad. Los médiums, mientras más sensibles, más sujetos están a la influencias de los espíritus y a la del ambiente. El dirigente de los trabajos y los frecuentadores también ejercen su parte, y esta es mayor mientras más cerrado se muestra el ambiente, cuanto más se cierran a las ideas personales de sus componentes. Hay reuniones en que los espíritus casi no tienen oportunidad, porque las ideas del grupo cierran completamente el ambiente, como un cielo nublado impide el tráfico normal de los aviones. Los médiums se vuelven, entonces, juguetes de la influencia del medio. Muchas mistificaciones no son más que el resultado de la opresión de esos medios “cerrados” sobre la sensibilidad de los médiums.
Esas dificultades del trabajo práctico alimentan la desconfianza de muchas personas en relación a la mediúmnidad. Pero los obstáculos existen para ser transpuestos. Los espíritas suficientemente conscientes de sus responsabilidades doctrinarias no pueden entregarse a las dificultades. Los trabajos mediúmnicos, como dijimos arriba, son necesarios. No se puede comprender el Espiritismo sin el ejercicio de la mediúmnidad. Porque toda la doctrina se asienta en los hechos de naturaleza mediúmnica, y porque estos hechos, constituyendo la forma natural de manifestación de las inteligencias invisibles, nos suministran los medios de conocerlas y de tratar con ellas. La adoctrinación de espíritus sufrientes o inferiores no es una ilusión, sino una realidad ampliamente constatada. Preguntan algunas personas que poder poseemos para adoctrinar espíritus. El poder natural que Dios concede a todos los hombres que sepan cultivar la fraternidad y las buenas intenciones. Los espíritus adoctrinados en las sesiones son criaturas inferiores, entidades sometidas a adicciones o perturbadas por ideas fijas, viejos prejuicios que alimentaron en la vida terrena. Adoctrinar esos espíritus no es más que esclarecerlos acerca de su verdadera situación espiritual y de sus deberes morales. Cosa que, habitualmente, los hombres de buen sentido viven haciendo en la tierra, con las personas débiles a quienes dan consejos y orientación.
No hay, pues, nada de sobrenatural en las sesiones mediúmnicas de adoctrinación. Lo que hay es simplemente la práctica de la fraternidad. En su primera Epístola a los Corintios, tratando de las manifestaciones espirituales que se verificaban en las reuniones del cristianismo primitivo, el apóstol Pablo enseña como debemos portarnos en las sesiones mediúmnicas. Un corazón puro, la mente vuelta hacia el bien, y la firme confianza en el auxilio de los Espíritus Superiores, son las condiciones esenciales para la realización de eficientes trabajos mediúmnicos. El corazón puro implica humildad. Y la humildad nos libra de los engaños y de las mistificaciones, que siempre nos alcanzan a través de la vanidad. Ya sea en los medios incultos, o entre personas ilustradas, desde que estén presentes aquellos atributos y el conocimiento de las obras de Kardec, las sesiones mediúmnicas sólo pueden producir beneficios, inmensos beneficios.
Texto trascrito de la “Revista Internacional de Espiritismo” de septiembre de 2003. Ed. “Casa Editora El Clarim”, Matao, Sao Paulo.
Gentilmente cedido por “A la Luz de la Doctrina Espírita”.
Traducción: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia
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