“Una frase de Pablo a los
Gálatas define la evolución religiosa del hombre - De las religiones primitivas
a la “ley” de los judíos y al cristianismo.
El estudio de las religiones sólo puede ser realizado de
manera fecunda a la luz de los principios espíritas. Si encaráramos el fenómeno
religioso desde el punto de vista de cualquiera de las religiones hoy
dominantes en el mundo, seremos forzados a una actitud parcial, que no nos
dejará llegar a una conclusión objetiva. Si lo encaráramos desde el punto de
vista de cualquiera de las escuelas filosóficas en boga, o de las antiguas, o
si lo tratamos a la luz de la sociología y de la etnología, o aún de la
antropología cultural, llegaremos a conclusiones destituidas de sentido
espiritual. La religión será vista sólo en su aspecto formal, objetivo.
Las escuelas ocultistas, esotéricas y teosóficas,
penetran más hondo en el asunto. No obstante, presentan concepciones no siempre
admisibles a la luz de la razón. Los estudios de religiones comparadas son
prácticamente formales, y las filosofías espiritualistas, aún la de Bergson,
que lanza mayor cantidad de luz sobre el asunto, paran en el momento exacto en
que más debían avanzar. El Espiritismo, combinando la razón y la intuición, la
observación objetiva y la subjetiva, los métodos de investigación y observación
de la ciencia y los métodos propios de la indagación espírita, comprende en su
concepción todo el panorama del fenómeno religioso.
Precisamente en virtud de esa capacidad de amplitud de la
visión espírita, muchos estudiosos de la doctrina rechazan el admitirla como
una manifestación cristiana. Habituados a encarar el cristianismo como una
simple forma de religión, piensan que el calificativo de cristiano establece
límites a la interpretación espírita del fenómeno religioso. No obstante, los
que han profundizado el asunto son unánimes, a partir de Kardec y Denis, en
reconocer que la condición cristiana es indispensable al Espiritismo, para que
él realmente sea la doctrina amplia que es. El cristianismo, analizado “en
espíritu y verdad”, no es una forma estrecha de creencia, sino una forma amplia
de comprensión.
En su apreciación del fenómeno religioso, el Espiritismo
comienza, desde Kardec, por admitir que el desarrollo religioso del hombre
alcanzó, con el cristianismo, uno de sus momentos decisivos. Cristo no fue sólo
un marco entre dos mundos, sino también y sobretodo la expresión más alta de la
evolución espiritual del hombre y el orientador de su desarrollo futuro. Poco
importa que, en el proceso histórico, el cristianismo haya sido sometido a
imposiciones temporales, y aparentemente perdido su fuerza transformadora. La
propia historia nos muestra que él nunca pudo ser completamente sometido, y
que, en el momento previsto por el propio Cristo, consiguió romper todas las
amarras de la tradición y mostrarse nuevamente en su verdadera naturaleza. A
semejanza del propio Cristo, el cristianismo resucitó, tras haber descendido al
sepulcro y a las regiones inferiores.
El Espiritismo nos muestra la evolución religiosa del
hombre como un lento proceso, que viene del animismo y fetichismo primitivo
hasta las formas complejas de religiones de la antigüedad, con su multiplicidad
de dioses y de fórmulas, sus jerarquías sacerdotales y sus sistemas aparatosos
de cultos.
Después, en un estado más adelantado, aparece la religión
monoteísta de los judíos, aunque aún apegada las fórmulas paganas, inclusive en
el tocante a los rituales sangrientos del sacrificio. Por fin, surge el cristianismo,
con su espíritu de libertad, que el apóstol Pablo exalta en sus epístolas. El cristianismo
es la espiritualización de la religión. La libera del culto formalista, de la
exterioridad, de la organización social. La libera de la “ley”, como enseña Pablo,
advirtiendo a los Gálatas (23:24) que la única función de la ley fue la del
pedagogo, para conducirnos a la libertad en Cristo.
Como vemos, el cristianismo surge en el curso de la
evolución religiosa como un momento de emancipación espiritual del hombre.
Después, se sumerge también en el océano de fórmulas sacramentales y sistemas
dogmáticos a que la mente humana se hubo habituado a través de los tiempos. Pero,
en medio de todas las exterioridades, conserva su fuerza interior, hasta el momento
anunciado por Cristo, según el Evangelio de Juan, en que tendría que ser restablecido.
El Espiritismo aparece, entonces, como el verdadero Renacimiento Cristiano, en la
expresión feliz de Emmanuel. Su misión es completar la obra de Cristo,
liberando la religión de los compromisos exteriores e instaurando en la Tierra
aquel reinado del espíritu que Jesús habló a la mujer samaritana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario