martes, 28 de febrero de 2017

Teorías Postergadoras


Todo el campo de la Psicoterapia actual está lleno de obstáculos que impiden el avance de los investigadores en las tentativas necesarias de aclarar positivamente sus problemas. Jóvenes que entraron esperanzados, en carreras universitarias, en búsqueda de conocimientos positivos con que enfrentar los problemas psíquicos angustiantes de la actualidad, terminan en la frustración y en el desespero. Muchos de ellos terminan en un campo minado, adhiriéndose a corrientes de aventureros y explotadores.  Fracasan en sus casos aumentando la legión de desesperados, recurriendo a recursos en desuso para mantenerse en un equilibrio aparente. Descubren aterrados la inscripción dantesca en los portales del infierno: “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”. Los veteranos del profesionalismo frustrado se vinculan con algunas escuelas teóricas e intentan subvertir la escala de valores de la Civilización de la angustia regularizando trágicamente la anormalidad. Se rinden estratégicamente en una batalla sin gloria, a la espera de futuros descubrimientos salvadores. Entregan el cuello a la Esfinge de Edipo.

Esa situación dolorosa de las ciencias del psiquismo, en medio del esplendoroso avance de las ciencias en otros campos, reafirma la falsa idea generada en el criticismo kantiano, de una dualidad trágica e irremediable del hombre condenado: la de la existencia de un mundo inaccesible a las ciencias.

Las Teorías postergadoras siguen el camino inevitable de los procesos naturales a los que todos estamos sujetos: crecen, se desarrollan, envejecen y mueren. Pero dejan, en la vida de los organismos conceptuales, las generaciones espurias de las descendencias de una asombrosa filogénesis sistemática. De esa manera, la rueda de las frustraciones continúa girando, como los molinos de viento de Don Quijote en las desoladas planicies de la Mancha. Los molinos fantasmas, que nada mueven, por lo menos siguen desafiando la terquedad delirante de los quijotes. Mientras tanto, las teorías que estorban el camino de las Ciencias, como observó Richet, continúan torturando a las legiones de infelices sometidos a choques eléctricos y químicos en clínicas y hospitales sin fin.

Incluso, actuales resultados de la ciencia universitaria como la parapsicología, en acentuado desarrollo en los mayores centros universitarios del mundo, consiguieron sacudir el comodismo de quienes se apoyan en las teorías postergadoras. Se pospone la angustia, la desesperación, la tortura de millones de criaturas en defensa de métodos, principios y esquemas ya rotos en el mismo campo de la física, por miedo a las palabras y a los prejuicios del mundo científico, generados en fases de transición hace tiempo superadas. La era fantasiosa de los vampiros ya pasó hace mucho tiempo, pero la del vampirismo, nacida a fines del siglo pasado con los descubrimientos científicos de Crookes, Richet, Schrenk-Notzing, Kardec, Zöllner y tantos otros – todos hombres de ciencia, profesores-catedráticos de grandes universidades, apenas se esboza en nuestros días. Pero la liviandad humana, aún de hombres serios dedicados al trabajo científico, sostienen las prevenciones del pasado, sin coraje para avanzar en el campo minado de las supersticiones, como si la función primaria de las Ciencias no fuera principalmente la de acabar con ellas.

El vampirismo actual no se nutre de leyendas aterradoras, sino de realidades positivas en el campo del psiquismo, que exigen esclarecimiento. Las ciencias de lo paranormal nacieron de la investigación científica de los fenómenos psicofísicos. Donde hay fenómenos tangibles susceptibles de repetirse y por lo tanto de investigación bajo control estadístico, la Ciencia tiene la obligación de penetrar con sus instrumentos de comprobación. Los hombres con formación científica, especialmente los dedicados a las profesiones terapéuticas, no pueden eludir este deber sin caer en la violación de la ética profesional y la traición a los principios humanísticos. Esa doble prevaricación hoy pone la marca de Caín en la frente de todos los que viven en teorías perjudiciales. Una multitud de víctimas, que se cuentan por generaciones enteras, claman contra esta perfidia en el presente y hacen resonar su clamor desesperado hacia el futuro distante. Hoy los psicoterapeutas, casi por unanimidad, pasaran a la Historia como explotadores y torturadores de sacrificadas generaciones.

No hacemos una acusación, registramos un hecho.

La prueba científica de la existencia de la telepatía, de la clarividencia, la precognición y de la sobrevivencia de la mente después de la muerte corporal (Rhine, Carington, Soal, Price, en las Universidades de Duke, Cambridge, Oxford, Londres, Berlim, Kirov y otras) no deja dudas en cuanto a la realidad de la acción de entidades psicofísicas sobre las criaturas humanas. Rhine probó que la mente no es física, sino de constitución extrafísica. Carington reforzó esa prueba y formuló la teoría de las entidades psicónicas, formadas de psicones (átomos mentales). Soal designó con la sigla SHI a la personalidad humana sobreviviente. Vasiliev, en Rusia, se entregó a experiencias para demostrar que el pensamiento y la mente son materiales, pero terminó confesando su derrota. Louise Rhine se dedicó a investigaciones de campo (fuera de los métodos de laboratorio) y comprobó lo que su marido probara en el laboratorio. John Herenwald investigó y publicó sus trabajos sobre las influencias telepáticas en las relaciones interpersonales. El camino fue depurado por esos y otros científicos de la actualidad, quienes quitaron las estacas obstructoras, pero los negadores continuaran negando, al margen de las exigencias científicas.

Remy Chauvin del Instituto de Estudios Avanzados de París, llamó a los obstinados “alérgicos al futuro”, pero los psicoterapeutas no se apartarán de sus teorías y métodos de tortura.

 Sin embargo, el boom psíquico, la explosión psíquica en el mundo continuó su desarrollo. Y gracias al enajenamiento de los psicoterapeutas de formación universitaria, que se alimentaron en sus cursos con la leche de las Ciencias, surgieron por todas partes los charlatanes y explotadores de la credulidad pública y del desespero del siglo, con sus clínicas pseudo-parapsicológicas, arruinando la economía de los ingenuos.

Este sombrío panorama exige de todos nosotros, que no participamos de ese comercio deshonesto y humillante, el esclarecimiento del problema, con base en nuestros estudios e investigaciones desinteresadas de largos años, en la comprobación constante de la verdad a través de los hechos.

Los fenómenos paranormales revelan la naturaleza extrafísica del hombre, lo que vale decir su esencia espiritual. Los investigadores de la Universidad de Kirov se deslumbraron con la visión de lo que llamaron cuerpo bioplásmico del hombre, luminoso y brillante. Constituido por un plasma físico, su materia es resplandeciente. Verificaron, en la observación de fotografías paranormales con la cámara kirlian, que el cuerpo del moribundo solo se cadaverizaba cuando todos los elemento del cuerpo bioplasmático se retiraban. En las personas vivas constataron que ese cuerpo de plasma dirige todas las funciones del cuerpo carnal y actúa en las manifestaciones paranormales a través de las proyecciones de pseudópodos que pueden mover objetos a distancia. Verificaron además, la posibilidad de prevención de enfermedades en el cuerpo físico. Todo esto demuestra que el llamado cuerpo bioplásmico del hombre no es más que el cuerpo espiritual de la tradición cristiana, al cual el Apóstol Pablo llamó, en la Primera Epístola a los Corintios, cuerpo de resurrección. Esas descripciones coinciden con lo que Kardec llamó periespíritu, envoltorio del espíritu que liga el cuerpo físico al espíritu o alma. La teoría kardeciana del hombre trino: Espíritu, periespíritu y cuerpo carnal, fue confirmada por los científicos materialistas de Kirov, que no la conocían y no tenían ningún interés por una conclusión favorable a la sobrevivencia del hombre que, según el Marxismo, debe desaparecer en la tumba para siempre.

Percibiendo el riesgo a que se exponían, los científicos se apegaban a lo que les restaba de materia: el plasma físico. Pero en el mismo plasma, considerado el cuarto estado de la materia y formado por partículas atómicas, encontraron partículas de naturaleza indefinida. Con la teoría espírita, que considera al periespíritu como un cuerpo semimaterial compuesto de energías físicas y extra-físicas, Kardec se anticipó por más de un siglo al sensacional descubrimiento de los científicos de Kirov. De todo esto, destacamos la necesaria concepción del hombre como espíritu. El descubrimiento de la antimateria y de la interpenetración de los mundos físicos y no físicos, también explicó la convivencia entre los hombres y espíritus en el mismo espacio, pero en diferentes dimensiones de la realidad.

Percibiendo el riesgo a que se exponían, los científicos se apegaban a lo que les restaba de materia: el plasma físico. Pero en el mismo plasma, considerado el cuarto estado de la materia y formado por partículas atómicas, encontraron partículas de naturaleza indefinida. Con la teoría espírita, que considera al periespíritu como un cuerpo semimaterial compuesto de energías físicas y extra-físicas, Kardec se anticipó por más de un siglo al sensacional descubrimiento de los científicos de Kirov. De todo esto, destacamos la necesaria concepción del hombre como espíritu. El descubrimiento de la antimateria y de la interpenetración de los mundos físicos y no físicos, también explicó la convivencia entre los hombres y espíritus en el mismo espacio, pero en diferentes dimensiones de la realidad.

Percibiendo el riesgo a que se exponían, los científicos se apegaban a lo que les restaba de materia: el plasma físico. Pero en el mismo plasma, considerado el cuarto estado de la materia y formado por partículas atómicas, encontraron partículas de naturaleza indefinida. Con la teoría espírita, que considera al periespíritu como un cuerpo semimaterial compuesto de energías físicas y extra-físicas, Kardec se anticipó por más de un siglo al sensacional descubrimiento de los científicos de Kirov. De todo esto, destacamos la necesaria concepción del hombre como espíritu. El descubrimiento de la antimateria y de la interpenetración de los mundos físicos y no físicos, también explicó la convivencia entre los hombres y espíritus en el mismo espacio, pero en diferentes dimensiones de la realidad.

Tomado del libro: Vampirismo de J. Herculano Pires
Traducción al español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís
Santa Marta - Colombia

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