viernes, 23 de junio de 2017

El mediúmnismo

Las formas primitivas de mediúmnidad provienen de las selvas y de las regiones heladas o áridas en que la vida humana permanece en condiciones rudimentarias. El hombre es un ser mediúmnico y todo su desarrollo siguió las líneas de la evolución de su potencialidad mediúmnica. La idea de la divinidad, de un poder superior que creó al mundo es innata en el hombre, como lo demuestran las investigaciones antropológicas. De esa idea básica en sintonía con un mundo en asombro, misterioso y lleno de seres extraños, nació la magia. El sentimiento mágico del mundo estableció las relaciones entre los hombres, las cosas y los otros seres. La idea del poder de las cosas y de los seres brotó naturalmente de las experiencias en la lucha por la sobrevivencia. La ley de adoración, estudiada en El Libro de los Espíritus, llevó a la imaginación primitiva a los ritos del culto solar y lunar, de las montañas coronadas de nubes, de los grandes ríos misteriosos y así en adelante. La reverencia a los jefes poderosos desarrolló los ritos de sumisión, que se extenderían a los pagés y xánas, sacerdotes mágicos de las tribus y hordas, dotados de poderes mediúmnicos. Los procesos mágicos se desarrollaron a través de las manifestaciones mediúmnicas. Se abría el camino para el desarrollo de las religiones mitológicas y de las religiones reveladas, apoyadas estas en la creencia de los hombres-dioses, conocedores de los misterios de la vida y de la muerte. La evolución espiritual del hombre abría la fase de las grandes religiones en las regiones en que la civilización avanzaba.  Los dones mediúmnicos reafirmaban la creencia en los poderes divinos, a través de los fenómenos producidos por individuos que los poseían.

La expresión mediunismo, creada por Emmanuel, designa a las formas primitivas de la mediúmnidad que fundamentan sus creencias en las religiones primitivas. Todas las formas de religiones primitivas, sin desarrollo cultural e intelectual, se caracterizan por prácticas mágicas ligadas al mediunismo. Las religiones africanas, traídas al Brasil y otros países americanos por el tráfico negrero y mezclado con las religiones indígenas y primitivas de esos países, desarrollaron durante mucho tiempo en el Continente diversas formas de mediunismo. El  proceso natural de sincretismo religioso, ya iniciado en la misma África con la mezcla de las religiones tribales con el Islamismo y el Catolicismo, dieron a esas formas un impulso en dirección a la institucionalización religiosa.

La diferencia entre Mediunismo y Mediúmnidad está en el problema de concientización  del problema mediúmnico. En las religiones primitivas no había ni podía haber reflexión sobre los fenómenos, su sentido y naturaleza. Todo se resumía a la aceptación de los hechos y en su utilización con fines prácticos y objetivos. La Mediúmnidad es el Mediunismo desenvuelto, racionalizado y sometido a la reflexión religiosa y filosófica y  a las investigaciones científicas necesarias para el esclarecimiento de los fenómenos, su naturaleza y sus leyes. Mientras el Mediunismo absorbe la herencia mágica del pasado y se mezcla con las religiones, creencias y supersticiones de toda especie, la Mediúmnidad rechaza infiltraciones que puedan perjudicar su naturaleza racional y comprometer su desenvolvimiento natural. Integrada en la estructura del Espiritismo, que la estudia e investiga a través de sus instituciones culturales y científicas, ella se convierte cada vez más en un área específica de la Teoría del Conocimiento, que tendrá forzosamente que reconocer sus derechos en la cultura general del próximo siglo.

Es  curioso el hecho que todas las religiones y corrientes del pensamiento espiritualista hayan rechazado y condenado la Mediúmnidad, que sólo el Espiritismo reconoce en su pleno valor y en su importancia fundamental para la vida humana en la Tierra y su desarrollo futuro en el mundo espiritual. Señalada en las religiones como de naturaleza diabólica, en las doctrinas espiritualistas refinadas como un campo inferior y peligroso de manifestaciones sospechosas y peligrosas, acusada de responsable de la locura del mundo, fue marginada por los medios culturales y es constantemente atacada por los dueños de la verdad y de la sabiduría, como lo fueron Cristo y el Cristianismo. No obstante, crece sin cesar el interés por la mediúmnidad en el mundo, pues el mismo desarrollo científico acabó desembocando en el delta de la fenomenología paranormal, obligado a enfrentar y reconocer la realidad de los factores mediúmnicos en todos los campos del saber. Poco importan los preconceptos, las idiosincrasias, las incomprensiones de los hombres, pues la realidad no pide licencia a nadie para ser lo que es.

Al lado del resguardo y defensa de la Mediúmnidad, los espíritas naturalmente se interesan por el estudio y la investigación de los problemas del Mediunismo, que es, por así decirlo, el suelo agreste y rico de cuyas excavaciones milenarias fueran extraídos los minerales preciosos de la Mediúmnidad. En las diferentes formas del Sincretismo Religioso Afro-Brasilero la mediúmnidad eclosiona muchas veces, como porciones de vegetales promisorios rompiendo el suelo áspero de los terrenos. Al no encontrar ambiente favorable en el medio sincrético, esas mediúnidades sorprendentes van a instalarse al ambiente espírita y allí florecer y fructificar. No podemos condenar el Mediunismo pues eso sería condenar la fuente que nos abastece de agua. Hay ricos filones de fenómenos en el suelo fecundo del Mediunismo a la espera de los investigadores espíritas.

Lo que condenamos y tenemos que condenar es el abuso de las prácticas mediúmnicas en los terreiros[1], no sólo por criaturas desprovistas de algún nivel de instrucción y cultura, sino también por personas culturalmente maduras para comprender el error que cometen, contribuyendo a la expansión, en plena civilización de la Era Cósmica, de las más groseras supersticiones del remoto pasado humano. Ese abuso es tanto más grave cuando es practicado conscientemente por personas que están interesadas en la solución de problemas financieros, políticos y de orden moral y social. Esos objetivos y los medios usados para conseguirlos eran perfectamente justificables en la selva, donde la mentalidad primitiva, apegada solo a lo concreto, sin dimensiones intelectuales, no podía alcanzar objetivos superiores. Pero el hombre civilizado que se entrega a esas prácticas groseras, ligadas a entidades inferiores, obra como un ser inconsciente o inmaduro, que no tiene noción de su responsabilidad en relación al medio en que vive. Cada fracción de conocimiento adquirido aumenta la responsabilidad moral del hombre en la sociedad. Esa responsabilidad no es solo personal y familiar, sino también social. Quien busca prácticas salvajes para conseguir beneficios en el medio civilizado, ligándose a estadios ya superados en la evolución humana, se traiciona a sí mismo y al medio en que se encuentra. Además de  eso, se compromete con fuerzas negativas del plano espiritual inferior, que cobran siempre muy caro los servicios prestados, mal o bien, con resultados o no, a los incautos clientes.

El Mediunismo se divide en varias ramas, que corresponden a las naciones africanas de la cual proceden. Además, hay grados evolutivos en sus prácticas mediúmnicas. En los terreiros de la Umbanda las prácticas son más elevadas, volcadas hacia el bien. En la Quimbanda la sangre de los animales y la quema de pólvora revelan la brutalidad de los ritos salvajes, que eran prácticas de defensa para las tribus y en el medio civilizado se convirtieron en prácticas maléficas, dirigidas contra desafectos y rivales. También existen los terreiros de líneas cruzadas, generalmente llamados de Aruanda, donde se práctica tanto el bien para los amigos como el mal para los enemigos. Las danzas rituales del Candomblé africano encuentran su réplica nativa en las danzas indígenas de la Poracé. En muchos terreiros de la Umbanda se infiltran también las prácticas maléficas. Los poderes mediúmnicos son desarrollados bajo la magia de los rituales salvajes. Acostumbran a decir, los frecuentadores del sincretismo, que las prácticas del terreiro son más fuertes y poderosas que las de la mesa blanca, designación puramente popular de las sesiones espíritas, originada de la superstición que exige, particularmente en los medios rurales, el uso del mantel blanco en la mesa de sesiones, porque el color blanco atrae a los espíritus puros. La superstición de la fuerza, del poder proveniente de prácticas violentas, revela la inversión de los valores espirituales, inversión proveniente de la selva, donde la fuerza bruta es la ley. La Macumba con sus despachos[2], es una práctica proveniente de la más remota antigüedad. La Macumba es un instrumento de viento, generalmente de bambú, que se toca para llamar a los espíritus del campo, y el despacho, al contrario de lo que generalmente se piensa, no es la ofrenda de comidas y bebidas que se coloca en los cruces y en las esquinas de las calles (adaptación urbana del rito salvaje), sino el envío de espíritus inferiores para atacar a las personas aludidas. La ofrenda es el pago que asegura la eficacia del ataque. Los espíritus agresivos, aunque no puedan comer los manjares y tomar las bebidas, aspiran sus emanaciones, como lo hacían los dioses mitológicos y como lo hacía el mismo Yahvé de la Biblia, el dios judaico, como se lee en los relatos bíblicos. En la descripción del Diluvio, en el Génesis bíblico, vemos que Noé hizo un altar en el Monte Ararat para dar gracias a Yahvé por la salvación de su familia. En el altar fueron colocados alimentos de carne humeantes y Yahvé compareció para aspirar las emanaciones de los alimentos. Es increíble que las Iglesias Cristianas hasta hoy acepten que ese Yahvé glotón era el mismo Dios Supremo y Único que Jesús pregonó contra el politeísmo de la época.



[1] En el Brasil, cada uno de los locales donde se celebra el culto fetichista afro-brasileiro; macumbas, candomblés, etc.

[2] Actividades dedicadas a obtener favores para unos y perjudicar a terceros.

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